¿Cómo votar bíblicamente?

Por: Edgar Nazario | Tiempo de lectura 8-10 minutos

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, una pregunta que frecuentemente surge en nuestras congregaciones es cómo ejercer nuestro voto de manera bíblica. Este tema puede generar opiniones diversas y, a veces, hasta controversia. Sin embargo, es importante que abordemos esta cuestión desde una perspectiva bíblica y equilibrada, entendiendo que nuestras decisiones electorales pueden ser una poderosa herramienta para glorificar a Dios y servir a nuestro prójimo.

1. No te harás imagen: El peligro de la idolatría política

El segundo mandamiento nos presenta un principio fundamental cuando declara:


Este mandamiento establece una verdad esencial para nuestra participación política. La idolatría no es simplemente un asunto de estatuas o imágenes físicas; en nuestro contexto moderno, se manifiesta de maneras mucho más sutiles y peligrosas, especialmente en la esfera política. Los sistemas de gobierno, líderes y movimientos políticos pueden fácilmente ocupar en nuestros corazones el lugar que solo le pertenece a Dios.

Imaginen a una familia que atraviesa dificultades económicas serias. En su desesperación, ponen toda su esperanza en un candidato político que promete resolver todos sus problemas. Dedican tiempo, recursos y energía a la campaña, convencidos de que este líder será su salvador. Cuando las promesas quedan sin cumplir, su fe se tambalea porque habían puesto su confianza última en un ser humano en lugar de en Dios.

Los cristianos estamos llamados a participar en la política, pero debemos hacerlo sin convertir a líderes o ideologías en ídolos. Nuestra confianza principal debe permanecer en Dios, reconociendo que ningún sistema político humano puede traer la salvación o la perfecta justicia que solo Él puede proporcionar.

2. No matarás: El valor sagrado de la vida

El siguiente principio fundamental viene del mandamiento:


Este mandamiento nos recuerda la santidad de la vida humana. Cada persona, desde el momento de su concepción hasta su muerte natural, es creada a imagen de Dios y tiene un valor incalculable. Este principio debe guiar nuestras decisiones políticas, especialmente en temas que afectan la dignidad humana.

Piensen en María, una enfermera cristiana que trabaja en un centro de salud comunitario. Cada día ve cómo las políticas públicas afectan directamente la vida de las personas. Desde madres que enfrentan embarazos en crisis hasta ancianos que luchan por acceder a atención médica digna, cada situación le recuerda que nuestras decisiones políticas tienen consecuencias reales en vidas reales.

Como votantes cristianos, tenemos la responsabilidad de apoyar políticas que protejan y valoren la vida en todas sus etapas. Esto incluye no solo oponernos al aborto y la eutanasia, sino también promover políticas que aseguren el acceso a atención médica básica, apoyen a las familias vulnerables y protejan la dignidad de los ancianos y discapacitados.

3. No hurtarás: Justicia económica y dignidad humana

El tercer principio esencial proviene del mandamiento:


Este mandamiento va mucho más allá de la simple prohibición del robo. Establece principios fundamentales sobre la justicia económica, el respeto por la propiedad y la dignidad del trabajo humano. En el contexto político, nos llama a apoyar sistemas que promuevan la justicia económica y protejan tanto los derechos de propiedad como la dignidad de los trabajadores.

Consideren el caso de don Pablo, un pequeño agricultor que ha trabajado toda su vida en su tierra. Cuando políticas injustas amenazan su sustento y el de su comunidad, entendemos que nuestro voto puede ser una herramienta para promover la justicia económica o perpetuar la explotación. Como cristianos, estamos llamados a apoyar políticas que respeten el trabajo honesto, protejan la propiedad legítima y promuevan oportunidades justas para todos.

Este mandamiento nos recuerda que la explotación económica es una forma de robo, y que nuestras decisiones políticas deben promover un sistema económico que honre el trabajo y proteja a los vulnerables.

Conclusión

Como cristianos, nuestro voto debe ser un reflejo de nuestra fe y valores. No se trata simplemente de elegir entre partidos políticos, sino de promover principios bíblicos en nuestra sociedad. Debemos votar con sabiduría, discernimiento y una clara comprensión de que nuestra lealtad última es a Dios, no a ningún sistema político humano.

Al acercarnos a las urnas, hagámoslo con oración y reflexión, recordando que nuestras decisiones políticas afectan la vida de personas reales. Que nuestro voto sea siempre una expresión de amor a Dios y al prójimo, y un testimonio de los valores eternos del Reino de Dios.

Y recordemos siempre que, aunque participamos en los procesos políticos de este mundo, nuestra ciudadanía principal está en el cielo. Que nuestras decisiones electorales reflejen esta verdad, siendo luz en medio de la oscuridad y sal que preserva lo bueno en nuestra sociedad.

Que el Señor nos dé sabiduría para navegar estos tiempos complejos, manteniéndonos fieles a Sus principios mientras buscamos el bien común de nuestra sociedad. Que nuestro testimonio político sea siempre un reflejo del amor y la justicia de Cristo, recordando que, aunque los gobiernos terrenales vendrán y pasarán, el Reino de Dios permanece para siempre.