¿Por qué el mormonismo es una falsa religión?

Por: Edgar Nazario | Tiempo de lectura 8-10 minutos

En el panorama religioso actual, es fundamental comprender las diferencias entre las distintas creencias que encontramos en nuestro entorno. Hoy abordaremos con respeto y claridad las diferencias teológicas entre el mormonismo y el cristianismo bíblico, no con el fin de criticar, sino de entender y estar mejor preparados para dialogar con amor y verdad.

Punto 1: El mormonismo presenta una idea antibíblica sobre Dios y la humanidad

La comprensión de Dios y su relación con la humanidad marca una de las diferencias más significativas entre estas dos creencias. El mormonismo presenta una perspectiva única sobre Dios, a quien se refieren como el «Padre Celestial». Según esta doctrina, Dios fue originalmente un ser humano que progresó hasta alcanzar la divinidad. Esta creencia se extiende a la humanidad, sugiriendo que somos hijos espirituales preexistentes de Dios y que, a través de la obediencia a las enseñanzas mormonas, podemos seguir un camino similar hasta convertirnos en dioses—un concepto conocido como «progresión eterna».

En contraste, el cristianismo bíblico presenta a un Dios eterno e inmutable, completamente distinto de su creación. El Salmo 90:2 lo expresa con belleza y claridad: «Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios». Esta declaración enfatiza la naturaleza eterna de Dios—Él no se convirtió en Dios, siempre lo ha sido.

Isaías 46:9 refuerza esta verdad fundamental: «Yo soy Dios, y no hay otro; Dios, y nada hay semejante a mí». Esta afirmación establece una distinción clara e infranqueable entre el Creador y su creación, una diferencia que el cristianismo considera esencial para una correcta comprensión de Dios.


Punto 2: El mormonismo presenta una idea antibíblica sobre la Salvación y exaltación

La doctrina de la salvación representa otra área de diferencia significativa. El mormonismo enseña que la salvación se alcanza mediante una combinación de fe en Jesús, buenas obras y obediencia a las ordenanzas específicas de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (LDS). Estas ordenanzas incluyen el bautismo, los rituales del templo y la autoridad del sacerdocio.

En la teología mormona, la eternidad se divide en tres niveles o reinos celestiales, siendo la «exaltación»—el nivel más alto de gloria—reservada para aquellos que siguen fielmente todas las enseñanzas y prácticas mormonas.

El cristianismo bíblico, en cambio, proclama que la salvación es un regalo de Dios, otorgado por gracia y recibido únicamente por la fe en Cristo. Efesios 2:8-9 lo expresa con claridad: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe».

Esta verdad fundamental se refuerza en Romanos 3:28: «Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley». Esta enseñanza libera al creyente del peso de tener que ganar o merecer su salvación.


Punto 3: El mormonismo presenta una idea antibíblica sobre la Escritura y la revelación

La tercera diferencia crucial se encuentra en la comprensión de las Escrituras y la naturaleza de la revelación divina. El mormonismo acepta la Biblia como verdadera solo «en la medida en que esté traducida correctamente» y añade otros textos sagrados: el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios, y La Perla de Gran Precio. Además, creen en la revelación continua a través de sus profetas modernos, cuyas revelaciones pueden complementar o modificar enseñanzas anteriores.

El cristianismo bíblico sostiene que la Biblia es la autoridad final e inspirada para toda cuestión de fe y práctica. 2 Timoteo 3:16-17 afirma: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».


Conclusión: Un Llamado al Amor y la Verdad

Al reflexionar sobre estas diferencias teológicas entre el mormonismo y el cristianismo bíblico, es crucial mantener un equilibrio entre la firmeza en la verdad y el amor por las personas. Jesús nos llamó a ser sal y luz en el mundo, lo que implica tanto mantener la pureza de la verdad como mostrar su amor transformador.

Recordemos que detrás de cada diferencia teológica hay personas reales buscando sinceramente la verdad. Nuestro papel no es juzgar, sino ser testigos fieles del evangelio de la gracia de Dios, confiando en que el Espíritu Santo guiará a las personas hacia la verdad.

Como seguidores de Cristo, estamos llamados a estar «preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3:15). Que Dios nos ayude a ser fieles en esta tarea, recordando que la verdad y el amor no son mutuamente excluyentes, sino que deben ir de la mano en nuestro testimonio cristiano.