6 marcas de una iglesia saludable | parte 2

Por: Edgar Nazario | Tiempo de lectura 8-10 minutos

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, cuando pensamos en una iglesia saludable, ¿qué características vienen a nuestra mente? ¿Cómo podemos saber si nuestra congregación está siguiendo el modelo bíblico que Dios ha establecido? Hoy quiero compartir con ustedes tres marcas fundamentales que distinguen a una iglesia bíblica y vibrante: la práctica de la disciplina eclesiástica, el compromiso con la Gran Comisión, y el amor y la comunión genuina.

1. La Disciplina Eclesiástica: Un Acto de Amor y Restauración

La primera marca esencial es la práctica de la disciplina eclesiástica. En Mateo 18:15-17, Jesús nos da instrucciones precisas:


Este pasaje nos revela que la disciplina eclesiástica no es un acto de castigo o rechazo, sino un proceso de amor y restauración. El objetivo principal es doble: restaurar al hermano que ha caído en pecado y preservar la santidad del cuerpo de Cristo.

Imaginen por un momento a un jardinero cuidando su precioso jardín. Un día, nota que algunas malezas han comenzado a crecer entre sus flores más hermosas. Tiene dos opciones: puede ignorarlas, pensando que no es amable arrancarlas, o puede ocuparse de ellas con cuidado y precisión. Si elige ignorarlas, ¿qué sucederá? Con el tiempo, esas malezas se expandirán sin control, ahogando y debilitando las plantas saludables hasta que todo el jardín se vea comprometido.

De la misma manera, una iglesia que no practica la disciplina bíblica permite que el pecado crezca sin control, lo que eventualmente daña la salud espiritual de toda la congregación. La disciplina eclesiástica, cuando se practica con amor y sabiduría, es como el proceso de podar un jardín: puede parecer doloroso en el momento, pero es necesario para el crecimiento saludable y la fructificación abundante.

Aplicaciones prácticas para la disciplina eclesiástica:
1. Acepta la corrección bíblica con humildad y gratitud cuando la recibas
2. Ora regularmente por la sabiduría de los líderes cuando deben ejercer disciplina
3. Aprende a confrontar el pecado siguiendo fielmente el modelo de Mateo 18
4. Busca siempre la restauración, no el rechazo, cuando un hermano cae en pecado

2. El Compromiso con la Gran Comisión: Nuestra Razón de Ser

La segunda marca esencial que debemos considerar es el compromiso inquebrantable con la Gran Comisión. Antes de ascender al cielo, Jesús dejó a sus discípulos con un mandato claro y poderoso. En Mateo 28:19-20 leemos:


Este no es simplemente una sugerencia o una opción para considerar; es el mandato fundamental que define el propósito de la iglesia en el mundo. El verbo principal aquí es "hacer discípulos", lo cual implica mucho más que simplemente lograr conversiones. Incluye el proceso completo de evangelización, discipulado, enseñanza y multiplicación.

Permítanme ilustrar esto con una imagen poderosa. Imaginen un equipo de bomberos altamente capacitado y equipado con los mejores recursos. Tienen un cuartel impecable, uniformes brillantes y equipos de última generación. Sin embargo, cuando suena la alarma indicando un incendio en la ciudad, permanecen en su estación, discutiendo sobre la importancia de apagar fuegos pero sin salir nunca a hacerlo. ¿De qué sirve todo su entrenamiento y equipo si no cumplen con su propósito fundamental?

De la misma manera, una iglesia que no está activamente involucrada en hacer discípulos está fallando en su misión principal, sin importar cuán hermoso sea su edificio o cuán elaborados sean sus programas.

Aplicaciones prácticas para la Gran Comisión:
1. Sé intencional en compartir el Evangelio con tu familia, amigos y compañeros de trabajo
2. Apoya activamente los ministerios de evangelización y discipulado en tu iglesia
3. Involúcrate en el trabajo misionero, ya sea local o internacionalmente
4. Comprométete a discipular a al menos un nuevo creyente, enseñándole a seguir a Cristo

3. Amor y Comunión Genuina: Nuestra Marca Distintiva

La tercera marca esencial es el amor y la comunión genuina entre los creyentes. Jesús lo expresó de manera contundente en Juan 13:34-35:


Este amor no es superficial ni se limita a sonrisas cordiales los domingos por la mañana. Es un amor sacrificial, práctico y visible que refleja el amor que Cristo tiene por nosotros. En la iglesia primitiva, vemos este amor en acción cuando los creyentes compartían sus bienes y cuidaban de las necesidades de los demás.

Imaginen una familia donde cada miembro vive en completo aislamiento. Aunque todos viven bajo el mismo techo, cada uno come solo, nunca comparten tiempo juntos, y no se preocupan por las necesidades de los demás. Técnicamente son una familia, pero no hay verdadera comunión ni amor entre ellos. Tristemente, muchas iglesias son así: lugares donde las personas se reúnen semanalmente pero nunca desarrollan conexiones profundas y significativas.

La iglesia está llamada a ser diferente. Debe ser un lugar donde el amor de Cristo se demuestre en relaciones auténticas, cuidado mutuo y servicio sacrificial. Este tipo de amor y comunión es un testimonio poderoso para el mundo de la realidad transformadora del Evangelio.

Aplicaciones prácticas para el amor y la comunión:
1. Establece relaciones auténticas más allá de los servicios dominicales
2. Sirve activamente en áreas donde puedas bendecir a otros
3. Practica la hospitalidad regularmente, abriendo tu hogar a otros
4. Demuestra el amor de Cristo en acciones concretas y sacrificiales

Conclusión

Queridos hermanos, estas tres marcas - la disciplina eclesiástica, el compromiso con la Gran Comisión, y el amor y la comunión genuina - no son opcionales ni negociables; son características fundamentales que Dios ha establecido para Su iglesia. Son como tres pilares que sostienen una estructura: si falta alguno, todo el edificio se debilita.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo estamos viviendo estas marcas en nuestra propia congregación? ¿Estamos contribuyendo activamente a la salud espiritual de nuestra iglesia? No es suficiente con identificar estas características; debemos comprometernos a vivirlas y fomentarlas cada día.

Que el Señor nos ayude a ser miembros activos de iglesias que practican la disciplina con amor, que están apasionadas por la Gran Comisión, y que demuestran un amor genuino y visible. Que nuestras congregaciones sean faros de luz que glorifican a Cristo y atraen a otros a Su reino.

Y recordemos siempre que estas marcas no son metas que alcanzar una sola vez, sino características que debemos cultivar continuamente mientras crecemos en Cristo. Que Dios nos dé la gracia y la sabiduría para ser la iglesia que Él desea que seamos.