August 26th, 2025
El Antídoto Para Iglesias Divididas: Tres Estrategias Que Funcionan
Por: Carlos Maysonet | Tiempo de lectura 10-15 minutos
¿Has notado que algunas iglesias florecen en unidad mientras otras se quiebran silenciosamente desde adentro? Es como si tuvieran una receta secreta para la armonía, mientras que otras parecen especializarse en el drama digno de telenovela.
La verdad incómoda es que el mayor peligro para muchas iglesias no viene de afuera—no son los ateos militantes ni los escándalos mediáticos. El verdadero enemigo a menudo está sentado en la tercera fila, susurrando sobre las preferencias musicales, o en la junta directiva, peleando por el color de las cortinas del santuario.
En nuestras comunidades hispanas, donde las tradiciones familiares y el respeto generacional se mezclan con personalidades fuertes y opiniones aún más fuertes, mantener la unidad puede parecer tan complicado como explicarle tecnología a la abuela. Pero no tiene que ser así.
La iglesia no se mantiene unida porque todos seamos iguales o tengamos los mismos gustos musicales. Se mantiene unida porque todos estamos mirando hacia Cristo. Esa es la diferencia entre una orquesta afinada y un karaoke después de medianoche.
Primera Estrategia: Cristo Antes Que Preferencias
Mateo 6:33 nos da la fórmula que muchos conocemos pero pocos aplicamos: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». Parece sencillo hasta que alguien sugiere cambiar el himno favorito de la familia Rodríguez, que lleva cantándolo desde 1987.
El problema surge cuando nuestras preferencias se convierten en ídolos que dividen. «Siempre lo hemos hecho así» se convierte en el undécimo mandamiento, y cualquier sugerencia de cambio se recibe como herejía personal.
Colosenses 3:2 nos desafía: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra». Esto significa preguntarnos constantemente: ¿esto me ayuda a enfocarme en Cristo, o solo satisface mis gustos personales?
Imagina una orquesta donde cada músico decide tocar lo que quiere en lugar de seguir la partitura. El resultado sería un caos que ni siquiera los vecinos tolerarían. Pero cuando cada uno confía en el director y se enfoca en la obra, surge una armonía hermosa que edifica a todos.
Segunda Estrategia: Servir Con Los Dones Que Tienes
«Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros» (Romanos 12:4-5).
Cada cristiano tiene un don para el servicio, y ese don contribuye a la unidad del cuerpo. El problema viene cuando algunos quieren ser la cabeza, otros quieren ser las manos, y nadie quiere ser los pies. Resultado: un cuerpo disfuncional que no puede caminar.
En nuestra cultura hispana, el orgullo y las estructuras sociales pueden obstaculizar el servicio humilde. Pero Jesús no vino para ser servido, sino para servir. Pedro nos recuerda: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4:10).
La Analogía del Hospital
Imagina un hospital donde cada miembro del equipo—desde el recepcionista hasta el cirujano—desempeña su papel. Si el cirujano decide que solo él importa y menosprecia el trabajo de enfermeras y auxiliares, el paciente sufre. Pero cuando todos contribuyen con humildad, la comunidad experimenta sanidad.
Tercera Estrategia: Resolver Conflictos Bíblicamente
Aquí está la realidad que nadie quiere admitir: habrá conflictos. Somos seres caídos que estamos siendo transformados «de gloria en gloria», pero todavía metemos la pata regularmente.
Jesús enseñó que la reconciliación es clave para la unidad. Mateo 18:15-17 instruye: «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano».
El Problema de los Extremos
En nuestro contexto hispano, solemos caer en dos extremos: el autoritarismo pastoral que gobierna con mano dura, o la iglesia que evita cualquier confrontación para mantener la «paz». Ninguno es bíblico.
Gálatas 6:1 nos da el equilibrio: «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado».
La clave está en la intención: ¿confronto para ganar el argumento o para buscar restauración? Si mi corazón busca restauración y no bandos, la confrontación es viable y necesaria.
La Analogía de los Editores
Piensa en dos autores editando el mismo texto. Si hablan directamente con humildad, usando comentarios como corrección amorosa, mejoran el manuscrito. Pero si evitan el diálogo o se imponen, destruyen la colaboración. Así debe ser la iglesia: enfrentando diferencias bíblicamente para que la verdad edifique, no divida.
Pasos Concretos
Organiza talleres donde se practique Mateo 18:15-17 paso a paso. Capacita a líderes y miembros en este proceso bíblico de restauración.
Fomenta el compañerismo aplicando Gálatas 6:1—acudir al hermano con humildad cuando sea necesario, siempre por amor.
Establece grupos de restauración post-conflicto con seguimiento pastoral y oración. El objetivo de la disciplina no es expulsar, sino restaurar. Si alguien no quiere ser restaurado, el último paso protege la unidad de la iglesia.
Tres Pasos Para Implementar
Enfócate: Recuerda que tus preferencias son importantes, pero no esenciales. Cristo debe estar en el centro de cada decisión congregacional.
Sirve: Usar tus dones no es una carga, sino un privilegio que Dios te da. Encuentra tu lugar en el cuerpo y contribuye con humildad.
Restaura: La restauración solo es posible cuando tenemos un corazón que desea resolución, no victoria personal.
Cada paso refleja la gracia que nos mantiene unidos bajo el señorío de Jesús y la autoridad de su Palabra. Vivir estos principios no solo preserva la armonía, sino que cultiva madurez espiritual y testimonio auténtico ante nuestras familias y comunidades.
La unidad en la iglesia latina florece cuando las congregaciones se centran en Cristo por encima de preferencias, cuando cada miembro sirve según sus dones, y cuando los conflictos se enfrentan bíblicamente para restaurar en amor.
No es una fórmula mágica, pero sí es la receta bíblica que ha funcionado por dos mil años. Y todavía funciona hoy, si estamos dispuestos a aplicarla.
La verdad incómoda es que el mayor peligro para muchas iglesias no viene de afuera—no son los ateos militantes ni los escándalos mediáticos. El verdadero enemigo a menudo está sentado en la tercera fila, susurrando sobre las preferencias musicales, o en la junta directiva, peleando por el color de las cortinas del santuario.
En nuestras comunidades hispanas, donde las tradiciones familiares y el respeto generacional se mezclan con personalidades fuertes y opiniones aún más fuertes, mantener la unidad puede parecer tan complicado como explicarle tecnología a la abuela. Pero no tiene que ser así.
La iglesia no se mantiene unida porque todos seamos iguales o tengamos los mismos gustos musicales. Se mantiene unida porque todos estamos mirando hacia Cristo. Esa es la diferencia entre una orquesta afinada y un karaoke después de medianoche.
Primera Estrategia: Cristo Antes Que Preferencias
Mateo 6:33 nos da la fórmula que muchos conocemos pero pocos aplicamos: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». Parece sencillo hasta que alguien sugiere cambiar el himno favorito de la familia Rodríguez, que lleva cantándolo desde 1987.
El problema surge cuando nuestras preferencias se convierten en ídolos que dividen. «Siempre lo hemos hecho así» se convierte en el undécimo mandamiento, y cualquier sugerencia de cambio se recibe como herejía personal.
Colosenses 3:2 nos desafía: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra». Esto significa preguntarnos constantemente: ¿esto me ayuda a enfocarme en Cristo, o solo satisface mis gustos personales?
Imagina una orquesta donde cada músico decide tocar lo que quiere en lugar de seguir la partitura. El resultado sería un caos que ni siquiera los vecinos tolerarían. Pero cuando cada uno confía en el director y se enfoca en la obra, surge una armonía hermosa que edifica a todos.
Aplicación Práctica
Organiza talleres donde cada miembro pueda compartir sus preferencias, pero luego lean juntos Filipenses 2:2: «Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa». Dialoguen sobre cómo esas preferencias pueden reenfocarse hacia Cristo.
Organiza talleres donde cada miembro pueda compartir sus preferencias, pero luego lean juntos Filipenses 2:2: «Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa». Dialoguen sobre cómo esas preferencias pueden reenfocarse hacia Cristo.
Los líderes deben predicar consistentemente que buscar primero el reino de Dios es lo más importante. Esto moldea las decisiones litúrgicas y de adoración para elevar los corazones hacia Cristo, no hacia tradiciones personales.
Fomenta momentos de adoración donde la congregación confiese que las preferencias pueden distraer. Orar juntos por gracia para mantener los ojos en Cristo, recordando Colosenses 3:2.
Segunda Estrategia: Servir Con Los Dones Que Tienes
«Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros» (Romanos 12:4-5).
Cada cristiano tiene un don para el servicio, y ese don contribuye a la unidad del cuerpo. El problema viene cuando algunos quieren ser la cabeza, otros quieren ser las manos, y nadie quiere ser los pies. Resultado: un cuerpo disfuncional que no puede caminar.
En nuestra cultura hispana, el orgullo y las estructuras sociales pueden obstaculizar el servicio humilde. Pero Jesús no vino para ser servido, sino para servir. Pedro nos recuerda: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4:10).
La Analogía del Hospital
Imagina un hospital donde cada miembro del equipo—desde el recepcionista hasta el cirujano—desempeña su papel. Si el cirujano decide que solo él importa y menosprecia el trabajo de enfermeras y auxiliares, el paciente sufre. Pero cuando todos contribuyen con humildad, la comunidad experimenta sanidad.
Implementación Real
Crea espacios dentro de la iglesia donde cada persona pueda identificar sus dones espirituales. No solo para pastores—cada hermano puede ver y animar los dones en otros. Romanos 12:6 dice: «De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe».
Crea espacios dentro de la iglesia donde cada persona pueda identificar sus dones espirituales. No solo para pastores—cada hermano puede ver y animar los dones en otros. Romanos 12:6 dice: «De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe».
Establece un sistema de rotación de roles en el culto y servicio para evitar elitismo. Recuerda 1 Pedro 4:10: cada uno es administrador de la multiforme gracia de Dios.
Organiza actividades donde toda la iglesia sirva junta fuera del templo—días de servicio comunitario, comidas para familias necesitadas, proyectos con otras iglesias. Así experimentan unidad práctica, no solo teórica.
Tercera Estrategia: Resolver Conflictos Bíblicamente
Aquí está la realidad que nadie quiere admitir: habrá conflictos. Somos seres caídos que estamos siendo transformados «de gloria en gloria», pero todavía metemos la pata regularmente.
Jesús enseñó que la reconciliación es clave para la unidad. Mateo 18:15-17 instruye: «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano».
El Problema de los Extremos
En nuestro contexto hispano, solemos caer en dos extremos: el autoritarismo pastoral que gobierna con mano dura, o la iglesia que evita cualquier confrontación para mantener la «paz». Ninguno es bíblico.
Gálatas 6:1 nos da el equilibrio: «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado».
La clave está en la intención: ¿confronto para ganar el argumento o para buscar restauración? Si mi corazón busca restauración y no bandos, la confrontación es viable y necesaria.
La Analogía de los Editores
Piensa en dos autores editando el mismo texto. Si hablan directamente con humildad, usando comentarios como corrección amorosa, mejoran el manuscrito. Pero si evitan el diálogo o se imponen, destruyen la colaboración. Así debe ser la iglesia: enfrentando diferencias bíblicamente para que la verdad edifique, no divida.
Pasos Concretos
Organiza talleres donde se practique Mateo 18:15-17 paso a paso. Capacita a líderes y miembros en este proceso bíblico de restauración.
Fomenta el compañerismo aplicando Gálatas 6:1—acudir al hermano con humildad cuando sea necesario, siempre por amor.
Establece grupos de restauración post-conflicto con seguimiento pastoral y oración. El objetivo de la disciplina no es expulsar, sino restaurar. Si alguien no quiere ser restaurado, el último paso protege la unidad de la iglesia.
El Proceso de Disciplina Explicado
Para quienes no están familiarizados: la disciplina eclesiástica tiene dos propósitos fundamentales: mantener la pureza de la iglesia de Cristo y buscar la restauración del hermano en falta.
Para quienes no están familiarizados: la disciplina eclesiástica tiene dos propósitos fundamentales: mantener la pureza de la iglesia de Cristo y buscar la restauración del hermano en falta.
El proceso es gradual: primero, la parte ofendida se acerca privadamente buscando restauración. Si no hay respuesta, se llevan testigos—no para chismear, sino para observar la situación. Finalmente, si persiste la impenitencia, se presenta ante la iglesia.
En cualquier paso, si la persona reconoce su falta y pide perdón, todo se detiene. La restauración es inmediata y completa. Pero si alguien permanece impenitente después de todo el proceso, la iglesia tiene autoridad dada por Cristo para tomar decisiones que protejan la unidad del cuerpo.
Tres Pasos Para Implementar
Enfócate: Recuerda que tus preferencias son importantes, pero no esenciales. Cristo debe estar en el centro de cada decisión congregacional.
Sirve: Usar tus dones no es una carga, sino un privilegio que Dios te da. Encuentra tu lugar en el cuerpo y contribuye con humildad.
Restaura: La restauración solo es posible cuando tenemos un corazón que desea resolución, no victoria personal.
Cada paso refleja la gracia que nos mantiene unidos bajo el señorío de Jesús y la autoridad de su Palabra. Vivir estos principios no solo preserva la armonía, sino que cultiva madurez espiritual y testimonio auténtico ante nuestras familias y comunidades.
La unidad en la iglesia latina florece cuando las congregaciones se centran en Cristo por encima de preferencias, cuando cada miembro sirve según sus dones, y cuando los conflictos se enfrentan bíblicamente para restaurar en amor.
No es una fórmula mágica, pero sí es la receta bíblica que ha funcionado por dos mil años. Y todavía funciona hoy, si estamos dispuestos a aplicarla.
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