Un homenaje al la vida y ministerio de John MacArthur

Un homenaje a la vida y ministerio de John MacArthur

Por: Edgar J. Nazario | Tiempo de lectura 10-15 minutos
En una época donde la lealtad parece tener fecha de vencimiento y cambiar de trabajo es más común que cambiar de canal, existe algo fascinante sobre un hombre que dedica más de cinco décadas de su vida al mismo púlpito. En un mundo donde los pastores saltan de iglesia en iglesia como turistas espirituales, y donde las congregaciones cambian de líder pastoral con la frecuencia de quien actualiza su estado de WhatsApp, la fidelidad sostenida parece tan rara como encontrar un adolescente sin teléfono móvil.

Pero aquí está la pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿qué sostiene a un pastor cuando las modas teológicas cambian, cuando llegan las críticas inevitables, y cuando el camino ministerial se hace cuesta arriba? ¿Qué principios pueden mantener a una persona firme en su llamado durante décadas, mientras otros abandonan el ministerio más rápido de lo que dura una tendencia viral?

El legado de John MacArthur, quien sirvió por más de cincuenta años en Grace Community Church, nos ofrece lecciones invaluables sobre la fidelidad ministerial. No se trata de idealizar a ningún hombre—todos somos seres humanos con limitaciones—sino de examinar los principios bíblicos que sostienen un ministerio duradero y fructífero.

Primera Lección: Ancla Inquebrantable en la Palabra
La primera característica que distingue a un ministerio duradero es una convicción inquebrantable en la suficiencia de la Palabra de Dios. 2 Timoteo 4:1-2 nos presenta el mandato pastoral más solemne de toda la Escritura: «Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina».

Esa palabra «encarezco» traduce el término griego «diamarturomai», que significa testificar solemnemente o amonestar con la máxima seriedad. Pablo no está haciendo una sugerencia casual; está dando una orden con la urgencia de quien conoce las consecuencias eternas de la fidelidad o infidelidad pastoral.

Imagina un capitán de barco navegando en medio de una tormenta perfecta. Las olas golpean el casco, el viento ruge con furia, y la tripulación grita sugerencias contradictorias desde todas las direcciones. ¿Qué mantiene al capitán firme en el rumbo correcto? No son las opiniones cambiantes de la tripulación, por muy bien intencionadas que sean. Es su confianza inquebrantable en la brújula y el mapa náutico que han probado ser confiables a través de los siglos.

De igual manera, el pastor que perdura ancla su ministerio en la suficiencia de las Escrituras, no en las modas teológicas pasajeras que llegan y se van como las estaciones del año. Cuando la cultura grita que la Biblia es obsoleta, cuando los seminarios proponen nuevas interpretaciones que contradicen la ortodoxia histórica, y cuando las presiones sociales demandan que se diluya el mensaje bíblico, el pastor fiel permanece anclado en la Palabra de Dios.

Aplicaciones Prácticas de Esta Convicción
Esta convicción se traduce en disciplinas específicas. Los pastores deben dedicar tiempo consistente al estudio profundo de la Palabra, no solo para predicar sino para alimentar su propia alma. Como dice el Salmo 1:2-3:b

Esto también significa predicar expositivamente, permitiendo que el texto bíblico determine tanto el contenido como la estructura del sermón. Nehemías 8:8 nos da el modelo: «Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura». El objetivo no es impresionar con elocuencia, sino explicar claramente lo que Dios ha dicho.

Para las congregaciones, esto significa orar fervientemente para que sus pastores se mantengan fieles a la verdad bíblica, resistiendo la tentación de diluirla por presiones culturales. Efesios 6:19-20 nos recuerda que el ministerio de la Palabra requiere oración constante: «Y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar».

Segunda Lección: Compromiso Matrimonial con la Iglesia Local
La segunda característica de un ministerio duradero es el compromiso inquebrantable con el llamado divino y la iglesia local específica donde Dios ha colocado al pastor. 1 Pedro 5:2 nos instruye:

Esa frase «ánimo pronto» traduce la palabra griega «prothumōs», que denota disposición entusiasta y deseo sincero. El servicio pastoral auténtico brota de un corazón que anhela genuinamente cuidar el rebaño de Dios, no de ambiciones personales o presiones externas.

En el mundo laboral secular, es normal—y hasta esperado—cambiar de empleos frecuentemente buscando mejores oportunidades, salarios más altos, o condiciones laborales más atractivas. La mentalidad moderna trata las posiciones como escalones en una carrera hacia el éxito personal. Pero el llamado pastoral no es un trabajo; es un pacto de amor.

Es como el matrimonio: un compromiso de por vida para servir fielmente, en los buenos y malos tiempos, en la prosperidad y en la escasez, en la salud y en la enfermedad, porque Dios nos ha unido a esta congregación específica. No es una relación contractual que se puede terminar cuando aparece una «mejor oferta»; es una relación de pacto que se profundiza con el tiempo y las pruebas compartidas.

La Tentación de la Plataforma
En nuestra era de celebridades cristianas y ministerios mediáticos, existe una tentación sutil pero poderosa de usar la iglesia local como plataforma para alcanzar fama más amplia. Algunos pastores ven su congregación actual como un escalón hacia oportunidades «más grandes» o «más importantes». Pero Mateo 20:25-28 nos recuerda el modelo de liderazgo de Jesús: «Mas Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos».

El pastor fiel cultiva un corazón de siervo que ministra por amor genuino a las almas, no por ambición personal. Invierte en relaciones pastorales cercanas, conoce a sus ovejas por nombre, y está dispuesto a dar su vida por ellas. Como dice 1 Tesalonicenses 2:8: «Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos».

Tercera Lección: Paciencia Perseverante Bajo la Providencia
La tercera característica de un ministerio duradero es la paciencia perseverante que confía en los tiempos perfectos de Dios. Gálatas 6:9 nos anima: «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos».

La frase «no nos cansemos» viene del verbo griego «ekkakeō», que significa desanimarse, perder el corazón, o darse por vencido. Perseverar en el ministerio requiere una visión eterna que confía en que Dios cumplirá Sus propósitos en Sus tiempos perfectos, no en los nuestros.

Plantar un árbol de roble es un acto de fe extraordinario. El jardinero sabe que pasarán
décadas antes de ver resultados verdaderamente significativos. Puede que nunca vea la madera utilizada para construir muebles hermosos o la sombra disfrutada por generaciones futuras. Pero el jardinero sabio sigue plantando, regando, podando y cuidando fielmente, anticipando una cosecha que trasciende su propia vida.

Así es el ministerio pastoral auténtico. Muchas de nuestras labores presentes solo rendirán frutos completos en la eternidad. Sembramos verdades bíblicas en corazones jóvenes sin saber cuándo germinarán. Invertimos en matrimonios que luchan, esperando restauración que puede tardar años. Disciplinamos con amor a miembros rebeldes, confiando en que Dios usará esa corrección para producir arrepentimiento y crecimiento espiritual.

Desarrollando Carácter Resiliente
Esta perspectiva eterna requiere desarrollar un carácter resiliente que abraza el sufrimiento como parte integral del llamado pastoral. Romanos 5:3-5 nos enseña: «Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado».

Los pastores fieles fijan sus ojos en la gloria futura, encontrando ánimo al saber que sus labores en el Señor no son en vano. 1 Corintios 15:58 les recuerda: «Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano».

Cuarta Lección: El Papel Crucial de la Congregación
Hasta ahora hemos enfocado la responsabilidad pastoral, pero un ministerio duradero también requiere una congregación que comprenda su papel como compañeros en el ministerio. Hebreos 13:17 establece este principio: «Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso».

La palabra «obedeced» traduce el verbo griego «peithō», que también significa confiar o estar persuadido. Una relación pastor-congregación saludable no se basa en autoridad dictatorial, sino en confianza y respeto mutuos construidos a través del tiempo y la fidelidad demostrada.

En la antigüedad, las murallas de una ciudad proporcionaban protección esencial contra ataques enemigos. Pero si había brechas en el muro—secciones debilitadas o mal mantenidas—toda la ciudad quedaba vulnerable a invasiones destructivas. De manera similar, una congregación que constantemente critica, cuestiona, o ignora a sus pastores debilita la defensa espiritual de toda la iglesia.

Construyendo una Cultura de Honor
Las congregaciones sabias honran a sus pastores, reconociendo su autoridad bíblica para dirigir y equipar a la iglesia según Efesios 4:11-12: «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo».

También edifican una cultura de amor y confianza, rechazando chismes o críticas destructivas que dividen el cuerpo. Efesios 4:29-32 es claro: «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes... Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo».

Finalmente, participan activamente en la obra del ministerio, utilizando sus dones para complementar y apoyar el liderazgo pastoral. Romanos 12:4-8 nos recuerda que el cuerpo de Cristo funciona mejor cuando cada miembro contribuye según sus capacidades únicas.

El Legado de la Fidelidad
El legado de cinco décadas en el mismo púlpito nos recuerda que un ministerio longevo y fructífero no depende del carisma humano, las estrategias de marketing, o las tendencias contemporáneas. Depende de una dependencia constante en la gracia de Dios y una dedicación apasionada a los principios eternos revelados en Su Palabra.

En esta época de inestabilidad y cambios rápidos, necesitamos desesperadamente modelos de fidelidad sostenida. Necesitamos pastores firmes en sus convicciones, comprometidos con su llamado, perseverantes en las pruebas, y amados por congregaciones que los sostienen fielmente mientras todos velamos por las almas que Dios nos ha confiado.

Que nuestra oración sea: «Señor, levanta más pastores así, y ayúdanos a ser el tipo de congregación que los sostiene. Hasta que Cristo vuelva o nos llame a casa, manténnos corriendo la carrera con integridad, por Tu gloria y el bien de Tu pueblo. Amén».

Tres desafíos prácticos: ora semanalmente por tus pastores y sus familias, expresa aprecio y aliento a tus líderes espirituales, y usa tus dones para edificar el cuerpo de Cristo. Así, juntos reflejaremos el carácter de nuestro Buen Pastor en una generación que necesita desesperadamente modelos auténticos de fidelidad longeva.

Artículos anteriores:

¡Baja la aplicación!

Mantente conectado

Baja la aplicación hoy

No Comments


Recent

Archive

 2025
 2024

Categories